domingo, 31 de marzo de 2013

Confesiones






Tell them I was happy
And my heart is broken
All my scars are open
Tell them what I hoped would be
Impossible
James Arthur - Impossible

  • ¿¡Te ha pedido salir!? - grita Almudena. África le pide que baje la voz con un gesto
    – Perdona, ¡pero es que es muy fuerte!
  • Ya lo sé... - dice la chica moviendo la cabeza de un lado para otro.
  • ¿Qué le has dicho?
  • Que no.
Almudena carraspea y la mira fijamente.
  • ¿Qué?
  • Le has dicho que no, ¿a Ernesto?
  • Sí, ¿por qué?
  • Es el más guapo de la clase con diferencia. No hay una sola de nosotros que no sueñe con que él le pida salir.
  • ¿Tú sueñas con que te pida salir?- pregunta ella divertida.
  • Bueno, si hay que compararlo con Luís, el “friqui” o Antonio, el “cani”...
  • Ellos dos no son el resto de los chicos del mundo, solo son los últimos chicos que te pidieron salir de la clase.
  • Y a ellos sí hay que decirles que no, pero a ellos con orgullo. Piensa que no hay ninguna niña de la clase que ellos merezcan, somos todas mejores que ellos.
  • Que cruel eres...
  • ¿Tú les dirías que sí?
  • No, pero no lo haría con orgullo, me inventaría una escusa.
  • ¿Como cuál?
  • Como que estoy saliendo con otro chico.
  • ¿Eso fue lo que le dijiste a Ernesto? - pregunta Almudena mientras saca su bocadillo de la mochila. Ambas se sientan en uno de los escalones de la puerta principal del instituto.
  • No.
  • ¿No le dijiste lo de Adrián?
  • ¿Puedes hacer el favor de hablar más bajo? - le pide estresada África, que mira hacia todos los lados, deseando con todas sus fuerzas que nadie haya oído a su amiga.
Almudena ríe.
  • ¿Por qué te molesta que lo sepa la gente?
  • Porque no quiero que después lo transformen y llegue a oídos de Ernesto de forma que parezca que he hecho algo horrible y se enfade conmigo.
  • ¡Te sigue gustando Ernes...!
África le mete su propio bocadillo en la boca a su amiga para que se calle.
  • Come bocadillo, come, que está muy bueno – dice mientras los amigos de Ernesto bajan delante de él en cuestión.
  • Adiós Almudena – se despide el chico con la mano – Adiós África – dice sonriendo ampliamente.
La chica solo puede murmurar un débil <<adiós>> de lo perdida que está en sus ojos y su perfecta sonrisa.
  • ¿Está bueno el bocadillo, Almudena? - pregunta riendo uno de los chicos.
La chica aparta con fuerza la mano de África y con ella su bocadillo.
  • ¡¿Qué haces?!
  • Perdona, pero es que has estado a punto de estropearlo todo...
  • ¡Y tú me has dejado en ridículo delante de los niños! Mañana tendré un mote ridículo.
  • Perdona.
Su amiga la mira unos segundos y luego sonríe.
  • Eres demasiado adorable para que me enfade contigo – dice volviendo a sentarse en su lado.
África suelta una risita tímida.
  • Pero yo creo que deberías contar lo de Adrián, te harías famosa y algunos chicos de otras clases se darán cuenta de que existes.
La chica mira a su amiga, no sabe si estar enfadada o no, ¿lo ha dicho en serio?
  • Quiero decir, que empezarían a fijarse en ti como posible futura novia – se apresura a decir Almudena - Es que como nunca hablas con ellos, no saben ni como es tu voz – añade.
Pero África no lo ve así. Si alguno de esos salidos quiere empezar a hablar con ella, tendrá que ser primero una buena persona, no piensa hacerle caso a cualquiera.
***
  • ¿Puedes repetirlo más lentamente, cariño? - pregunta Amanda intentando parecer relajada.
  • Adrián...no...está – dice Joaquín enfadado al otro lado del teléfono.
  • Este niño va a conseguir que me de un infarto.
  • Debí hacerle caso a tu madre, no nos hace falta ningún otro hijo.
  • No digas eso. Es que está muy maleducado. Habrá que hacer algo.
  • Como volver a llevarlo al instituto de los niños.
  • Allí no encajaba...
  • Pero por lo menos estaba vigilado. Le hemos dado una oportunidad y la ha desperdiciado, tendrá que volver al colegio privado.
  • Está bien... - la mujer guarda silencio unos segundos - ¿qué vas a hacer, entonces?
  • Lo esperaré en la puerta del instituto. Tengo aparcado el coche en la acera de enfrente, esperaré allí.
  • Vale, Joaquín. Pues... feliz cumpleaños.
  • Gracias, cariño.
  • Te quiero. Nos vemos esta noche.
  • Igualmente. Hasta esta noche.
El hombre espera a que su mujer cuelgue y vuelve al coche. Se sienta y se acomoda en el asiento del conductor.
Observa la puerta del instituto. Todos los estudiantes que había dentro se han ido ya, todos han vuelto a casa después de un día en el que solo la minoría de ellos ha aprendido realmente algo. Suspira y coge un chicle. Adrián está empezando a molestarlo más de la cuenta.
***
  • ¿Qué has venido a hacer aquí, Adrián? - pregunta su padre muy seriamente.
  • ¿Eres tú papá?
  • ¡¿EN QUÉ PENSABAS?!
  • Yo... - Adrián da un paso hacia atrás, asustado. No esperaba una reacción así – no sabía que estabas aquí...
  • ¡ESO ME DA IGUAL, NO TENDRÍAS QUE ESTAR AQUÍ! - le grita su padre incluso más fuerte que antes.
El aliento le huele a alcohol, el chico arruga la nariz.
  • ¿Estás borracho? - dice algo subido de tono.
Su padre coge ruidosamente aire. Adrián repite la pregunta más fuerte y entonces, recibe una bofetada a mano abierta de su padre.
El chico se llevo la mano a la mejilla, roja y dolorida y mira al suelo.
El hombre lo mira, poco a poco su enfado se va convirtiendo en una enorme sensación de culpabilidad. Quizá le ha pegado demasiado fuerte.
  • Lo siento – murmura acercando una mano a su hijo.
Pero Adrián lo aparta de un manotazo y lo mira con asco.
  • ¡NO ME TOQUES! ¡BORRACHO, LOCO!
Su padre aprieta la mandíbula.
  • No deberías decir eso...
  • ¡SOLO DIGO LA VERDAD! ¡MAMÁ SE FUE POR TU CULPA, NOS DEJÓ SOLOS POR TU CULPA, PORQUE ERES UN BORRACHO!
  • ¡NO SOY NINGÚN BORRACHO! - le grita el hombre antes de pegarle en la otra mejilla. Pero lo hace con demasiada fuerza y el chico cae al suelo - ¡¿SABES LO QUE ESTOY HACIENDO MIENTRAS TÚ HACES EL TONTO?! ¡ESTOY BUSCANDO UN TRABAJO! ¡ESTOY BUSCANDO UN TRABAJO PARA PODER PAGAR LA CASA, PARA QUE VOLVIESES A VIVIR AQUÍ! ¿Y ASÍ ME LO AGRADECES? - Aprovechando que Adrián está en el suelo, el hombre le pega una patada. El chico grita enfadado y se levanta.
  • ¡BORRACHO NO VAS A CONSEGUIR NINGÚN TRABAJO!
  • ¡POR ESO HE DEJADO DE EMBORRACHARME, IMBÉCIL!
  • ¿Y POR ESO HUELES A ALCOHOL? - suelta el chico con un tono entre diversión y enfado al mismo tiempo - ¡BORRACHO! - Adrián se pone de puntillas y le escupe a su padre en la cara.
Recibe un puñetazo en la cara y vuelve a caer al suelo con la mala suerte de que su muñeca derecha cae debajo de él y se dobla hacia atrás, escucha un crujido. Adrián grita, pero su padre sigue ardiendo de enfado y recibe varias patadas en las costillas. El chico intenta alejarse corriendo, pero su padre lo agarra de una pierna y tira de él hacia atrás. Adrián grita de nuevo, llorando desconsolado, la muñeca le duele y cree que no puede moverla, su padre le insulta, le sigue pegando, pero él no puede salir de allí.
***
Se gira hacia la puerta del piso.
Arturo ladra como nunca, parece enfadado esta mañana.
Maite se acerca y abre la puerta, es Hugo.
  • Hola, cariño – le dice antes de darle un corto beso en los labios.
Lo hace pasar y, después de varios segundos de inseguridad, el joven se sienta en el sofá color negro del salón.
  • ¿Has dormido bien? - le pregunta ella mientras va hacia la cocina.
  • Sí. ¿Y tú?
  • Bien, soy un hurón, no hay nada que me despierte - dice divertida y con cierto tono orgulloso la joven.
  • Ya, eso se nota.
Maite junta el entrecejo confusa mientras deja una bandeja con una taza de café y varias galletas en la mesa de cristal que hay frente al sofá y se sienta junto a su novio. Cruza las piernas y coge la taza de café caliente.
  • ¿Por qué dices eso?
  • Ayer estuve llamándote. Se ve que te dormiste y no oíste las llamadas.
  • Bueno...
Hugo la mira, no puede esconder cierto remordimiento. Ella ha provocado que se peleara con sus mejores amigos.
  • ...La verdad es que si vi las llamadas, y las oí.
  • ¿Por qué no me contestaste?
  • Porque estaba buscando a Adrián.
  • ¿Lo encontraste?
  • No.
  • Te llamé horas más tarde, cuando aún no era de noche, para asegurarme de que no estabas dormida – añade él. Ella no puede mirarlo a los ojos.
  • Esto... - Maite se muerde el labio e intenta hablar escondiendo el nerviosismo. Bebe un trago de café – Llevé a Arturo al veterinario.
  • ¿Llevaste al perro al veterinario después de haber corrido detrás de un niño durante una hora?
  • Sí...
  • ¿Puedes intentar decirme la verdad?
La joven tiembla, también lo hace su voz, pero consigue articular un frase corta:
  • Es la verdad, Hugo.
  • ¿Sabes lo que has conseguido? - dice el joven levantándose, intentando no alzar demasiado la voz y parecer tranquilo – Todos mis amigos están enfadados porque nunca nos vemos, porque estoy contigo. Anoche celebraron el cumpleaños de mi mejor amigo y no fui porque te estaba buscando a ti, mientras tu te divertías ignorándome.
  • Hugo, lleve a Arturo al veterinario porque está enfermo.
  • ¿Te importa más un chucho que yo?
  • No, Hugo. Cuando tú estés enfermo, te llevaré al médico, olvidando todo lo demás.
  • Eso no va a pasar.
Maite alza la mirada hacia su novio, que está muy tenso y serio frente a ella. La mano con la que sujeta la taza tiembla tanto que algunas gotas de la bebida que esta contiene le manchan el pijama y la queman ligeramente.
  • ...Eso no va a pasar porque no me verás enfermo, ni me volverás a ver de ninguna forma – dice Hugo antes de salir del piso rápidamente y sin mirar atrás. 




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