A África. Sé lo que se siente. Sabes que estoy contigo.
A tí, Anna, aunque estuvieses lejos, en otro país, siempre te eché de menos. Te queremos. De los errores se aprende.
Al abuelo de África, tu nieta te quiere.
Hubiese
preferido incluso que no hubiese correo en el buzón.
Han
pasado toda la tarde en casa de su abuelo, con toda la familia,
arreglando y acordando quién se quedaba con qué.
Ella
ha elegido varios libros que siempre quiso leer y que su abuelo nunca
le dejó.
Fue
duro que todos estuviesen tristes y además le “robasen” a su
abuelo todas sus pertenencias para poder dejar la casa libre a su
propietario.
Pero
lo peor llegó cuando fueron a ver las cartas al buzón, y allí
estaban todas sus postales de Navidad que él no había siquiera
abierto.
Ahora,
Blanca está en asiento del coche, con varios niños pequeños
gritando que tienen ganas de jugar con la maqueta de tren de su
abuelo.
Su
empolvada y estropeada postal está en su regazo, con las esquinas
dobladas. El chocolate que le había mandado desde Suiza entonces
debe estar ya caducado y derretido dentro del sobre.
-¿¡PODÉIS
CALLAROS DE UNA VEZ!? - grita su tía desde el asiento del
conductor.
Blanca
mira intensamente a sus tíos: su tía grita y su tío asiente y
repite continuamente
<< claro, por supuesto, ¡qué razón
tienes! >>.
-SOIS
UNOS IRRESPETUOSOS, NO TENÉIS NI IDEA DE POR LO QUE ESTÁ PASANDO
LA FAMILIA Y NO DEJÁIS DE MOLESTAR.
- ¡De
verdad! - añade su tío pretendiendo tener algo de autoridad sobre
sus hijos.
- Todos la miran. Se ve
obligada a sonreír para calmarlos.
Ha
aprendido a aguantar las ganas de llorar imaginando que en realidad
sigue teniendo abuelo, pensando en otra cosa.
***
¿Por
qué le hace esto? Siempre consigue fastidiarle el día. SIEMPRE. Ni
siquiera ha querido darle un número de teléfono con el que
contactar con ellos, ni alguna cuenta social en internet.
Ninguno
de ellos ha querido decirle nada, ni ayudarla mientras intentaba
convencer a Adrián.
Ha
acabado tirándole la maleta al suelo y esparciendo toda su ropa al
suelo. Después todos la han mirado sin saber qué hacer con su
repentino ataque de rabia y ella ha salido corriendo.
No
va mirando por donde va y choca de golpe con el cuerpo de un hombre.
Reconoce los zapatos, reconoce el traje. Y la colonia.
Levanta
la mirada hasta la cara del hombre y traga saliva.
***
- Quedaros
en el coche, vamos a hablar un momento con el dueño de la casa del
abuelo – dice su tía saliendo del coche.
Está
gorda, sin llegar a ser exagerado, pero es grande. El coche tiembla
cada vez que entra o sale de él.
Su
tío es un hombre delgado, terriblemente alto. Al contrario que su
mujer, tiene una cara infantil y agradable. Siempre tiene algo de
dulce en los bolsillos para calmar a los niños.
- Voy
con vosotros – dice sin dudarlo Blanca.
Sale
del coche detrás de ellos. Su tío, al ver a sus tres hijos solos,
vuelve con ellos y la deja sola a ella con su insoportable y gritona
tía.
Llaman
al timbre de la gigantesca casa de la cual la enorme mujer tiene
escrita la dirección.
Escuchan
pasos apresurados, saltos para bajar el último escalón y, de
repente, un joven apresurado, vestido únicamente con una bañador de
flores azules aparece delante de la puerta.
- ¡Luisa!
¡Cuánto tiempo! - dice él abriendo los brazos. Ella pone mala
cara - Oye, lo siento, ¿eh? Siempre se van los mejores...
- Ya – dice muy secamente la mujer. Blanca nota un nudo en la garganta.
- Bueno, pasa, pasa – dice señalando las escaleras para subir a la primera planta.
Entonces
parece fijarse en ella, detrás del enorme cuerpo de su tía. La mira
de arriba a abajo y la hace pasar detrás, le pone una mano en el
hombro al verla afectada.
La
primera planta es espectacular. Un gigantesco salón con una
televisión de pantalla plana enorme y una colección de discos
colocados muy ordenadamente en las estanterías.
Las
hace sentarse en una mesa en la terraza.
Su
tía Luisa y él hablan del tema de la casa, aunque de vez en cuando
él mira a Blanca, y ella no puede evitar hacer lo mismo.
Tiene
los ojos rojos. Blanca se pregunta si habrá llorado o si acaba de
despertarse. Pero cuando se levanta para servirles una bebida a cada
una y ambas ven cómo anda, y después de haberse fijado en su forma de alargar las vocales al hablar, Blanca se gira hacia su tía.
- Está
fumado.
- Deberías oler su cuarto, huele a marihuana.
La
chica suelta una risita.
Cuando
vuelve, ambas se fijan mucho en él, lo juzgan.
Además
de tres latas lleva su móvil en un bolsillo.
Es
guapo, muy guapo incluso. Gracias a que vaya medio desnudo puede ver
que se nota que hace ejercicio, tiene abdominales y unos brazos y
unas piernas notables.
Él
la mira divertido al notar su pervertido examen.
- Perdona
– murmura antes de apartar la mirada completamente roja.
Él
ríe y les entrega una lata de Coca-Cola a cada una.
Y
los dos adultos siguen hablando.
Blanca
nota que la conversación da para largo, así que saca su móvil.
Está
viendo las fotos de su galería porque no quiere gastar saldo, cuando
le llega un SMS de un número que no conoce.
«Fea»
«Ok» escribe ella rápidamente. La persona tarda muy poco en contestar.
«Si
te digo quién soy, ¿guardarás mi número?»
Pone
mala cara. La persona que sea que le esté hablando parece conocerla.
Y además la ha llamado fea, lo que según su punto de vista implica,
que la ha visto en persona.
«No
lo sé»
«Me
llaman V» contesta después de un momento la persona misteriosa.
«V,
de Vendetta» contesta ella sin pensar.
En seguida tiene ganas de
borrar el mensaje pero ya es demasiado tarde. Mierda, es patético.
El
joven frente a ella se echa a reír de repente. Blanca lo mira extrañada. ¿Una coincidencia?
- Victor,
¿podrías hacerme caso? - se empieza a enfadar su
tía Luisa.
Blanca
levanta la mirada y lo ve escribiendo con el móvil. Al momento, le
llega otro SMS del mismo número que antes.
Su tía empieza a enfadarse seriamente con Victor.
«Qué
bocanada»
«¿¡CÓMO
HAS CONSEGUIDO MI NÚMERO!?»
Blanca
levanta la mirada. Él apaga el móvil y se disculpa ante su tía. No
la vuelve a mirar.
- Tranquila,
Luisa, querida. He apagado el móvil. No hace falta que te pongas
así.
- PERO
¿ CÓMO PRETENDES QUE NO ME PONGA ASÍ? ESTAMOS HABLANDO DE UN
TEMA MUY IMPORTANTE, ¡Y TÚ SACAS EL MÓVIL Y TE PONES A HABLAR CON
UNA DE TUS PUTILLAS DE TURNO!
Blanca
se gira rápidamente hacia ella, bastante molesta. Va a gritarle a su tía que no es una putilla de turno y que la está empezando a poner de los nervios con sus gritos, pero se lo piensa mejor. Baja la mirada.
Victor si la mira entonces, la ve confusa y ríe con ganas.
- BUENO,
ESTO YA ES SUFICIENTE, ¡ADEMÁS TE RÍES EN MI CARA! - la mujer se
levanta tirando la silla al suelo – BLANCA, NOS VAMOS.
La
chica se levanta con suavidad y corre detrás de su tía, que da enormes zancadas hasta la puerta.
Antes
de salir de la casa, se
fija en el póster gigante que no ha visto que había antes.
Coldplay,
su grupo preferido está frente a ella en un póster a tamaño real
firmado.
Contiene
las ganas de arrancarlo de la pared y llevárselo.
- ¿¡Cómo
coño has conseguido eso!? - le grita excitada a Victor, que está junto a
ella. Vaya, que poco educada. Carraspea como si así pudiese corregir su lenguaje.
Él
sonríe.
Ella
lo mira. Es realmente guapo. La mirada de él está clavada en sus
ojos.
- ¡BLANCA!
- grita su tía con una voz aguda insoportable.
Sin
decir nada, la chica baja las escaleras y sale de la casa.
***
- Pa...papá...
- ¿Me
puedes explicar qué haces aquí, África?
- He...he
estaba viendo a un amigo que estaba en el hospital.
- ¿Ah,
sí? ¡No me digas!
- ¡Es
verdad, papá! - grita ella. La gente a su alrededor se gira hacia
ella.
El
hombre la coge de la muñeca y la lleva hasta su coche, donde la hace
entrar. No le dice nada más.
- ¿Adónde vamos?
No
recibe una respuesta.
Después
de un rato, lo tiene muy claro.
Su
padre aparca frente al garaje, le da las llaves de la casa.
África
sale del coche aún callada y abre la puerta convencida de que la va
a llevar de vuelta al instituto.
Cuando
está subiendo las escaleras de la entrada, su padre arranca y se va.
Está
sola. No entiende nada. ¿Por qué todo el mundo la toma con ella?
¿Ha hecho algo malo? No hay nadie que quiera estar a su lado.
Abre
en silencio la puerta y entra en el salón.
Se
deja caer en el sofá y cierra los ojos.
No
va a dejar que después de todo, Adrián la deje sola, no tiene
derecho a decidir por ella. Lo va a buscar, no solo eso, además va a
buscar a su padre.
Siento no haber escrito nada todo estos meses. Y aunque esto es bastante poco, dentro de muy poco subiré otro capítulo que ya tengo escrito, me falta corregirlo.
Quiero dar las gracias a aquellos que aunque no lo saben, me apoyaron, simplemente porque yo sé que leen mi novela, que es mas un hobby que otra cosa.
He subido otro capítulo a Vidas Unidas que espero que os guste.
Y por supuesto, gracias a Maria del Mar, la que siempre ha estado ahí apoyándome aunque no siempre estemos de acuerdo en todo, y a África, que lo pasa tan mal como yo ahora, y que de verdad me entiende. Sois las mejores, me sacáis adelante.
Gracias.
Elena.