No sabe qué hacer. Está
demasiado cerca, y se va acercando más y más. En unos segundos su
nariz toca la suya. Él sonríe.
Se acerca unos
milímetros más y sus labios se rozan. Nota su respiración
acelerada, casi escucha su corazón desbocarse, pero no continua más.
La hace esperar.
Después de unos
segundos más mirándose fijamente, él cierra los ojos, sus labios
tocan los de ella durante un instante.
Adrián sonríe, África
lo nota y sonríe también. Boca contra boca.
Finalmente, se aparta un
paso de él, sonriendo, pero Adrián la empuja para sí, pasándole
una mano por el pelo liso perfecto.
-Me encantas – le
susurra.
Ella le sonríe.
-Tú también a mí.
***
-¿Qué piensas hacer?
Maite se tumba en el
sofá con un termómetro bajo el brazo. Hugo se sienta en la mesita
de cristal y la mira preocupado y con compasión.
-Esperar a que el niño
nazca y hacerle unas pruebas de paternidad.
-¿Para qué? Serás una
madre soltera igualmente.
-¿Piensas dejarme sola
si el niño el tuyo?
-Yo me puse protección,
mi culpa no es – dice el joven encogiéndose de hombros.
-Eres un capullo –
murmura ella, cerrando los ojos. Tiene las mejillas rojas por la
fiebre.
Hugo carraspea. Maite le
dedica una sonrisa irónica.
-¿Crees que Esteban se
hará cargo del niño?
-A no ser que lo
denuncies, no.
-No tiene dinero para
pagarme nada, dudo que tenga siquiera para comprarse una camiseta
nueva – Maite suspira - Los padres de Elisa lo mantenían.
-Pero puede ayudarte.
-No quiere acercarse a
mí...
El termómetro pita,
Maite se lleva una mano a la cabeza, cansada y dolorida. Tiene suerte
de tener a Hugo a su lado.
El joven le quita el
termómetro y mira su temperatura.
-No mejoras, ¿eh? -
dice él algo molesto -Has pillado un buen virus.
Maite asiente, cansada.
Aunque se levanta de golpe y se palpa la barriga.
-¿Crees que afectará
al bebé? - le pregunta desesperada.
-Es solo una gripe... -
quiere consolarla Hugo – Pero no soy médico, y tampoco sé nada
sobre bebés.
***
-¿Elisa?
Esteban entra en la
casa, sus padres no están, ya lo sabe, pero ella tiene que estar.
Sino, ¿adónde iba a ir?
Entra en el salón, pero
está vacío, así que sube a su habitación.
-¿Elisa? - repite un
poco más bajo.
-No quiero volver a
verte nunca más – le dice ella con una voz lúgubre.
-Déjame explicarte por
favor... ¿puedo pasar?
-No puedes poner un solo
pie más en esta casa, ¿me oyes? - le dice ella levantándose de la
cama y yendo hacia él.
Lo tiene a unos
centímetros de su cara, levanta el brazo y él aprieta la mandíbula,
preparado para una bofetada, pero en cambio ella le señala el
pasillo.
Eso le duele mucho más.
-Elisa... por favor... -
le suplica él, con voz lastímera.
-Ya no te quiero
conmigo.
Las primeras cuatro
palabras le resuenan en la cabeza unos segundos. Confundido, da un
paso hacia atrás.
-Pero... Elisa... no lo
hice adrede... estaba bebido...
-¿Y por qué estabas
bebido?
El chico menea la
cabeza. Sabe que Maite le dijo lo que le pasaba, y lo que él hacía,
pero recordarlo le hace sentir como un idiota.
-Ya me lo parecía a mí
– dice ella, molesta. Le da la espalda – recoge tus cosas, esta
noche no dormirás aquí.
-Elisa... por favor -
el chico da unos pasos hacia ella, intenta por todos los medios sonar
más herido de lo que está – Yo solo quería olvidarme de todo,
por eso había bebido. Fui al piso de Maite porque estaba más cerca
que la casa de tus padres, nunca pensé que pasaría aquello.
-Nunca pensé que me
traicionarías tampoco – dice ella llorando – Ahora sé que no me
quieres, no te importo, y no me valoras.
-Claro que te valoro –
dice acercándose más, se encuentran sus miradas.
-No, no lo haces. Si lo
hubieras hecho no habrías dudado en contarme lo que te pasaba. No
confías en mí lo suficiente.
-Elisa... yo te quiero,
eres el amor de mi vida, por favor, no me dejes.
-No te dejo, te vas –
la joven traga saliva – Recoge tus cosas.
***
Adrián la acompaña hasta casa, ninguno de los dos ha acabado mojado. Se detienen en la puerta.
-No hacía falta que me acompañases, Adrián. ¿Cómo vas a volver a casa?
-Llamaré a Joaquín.
-¡¿Va a venir a buscarte a un pueblo, a las siete y media de la tarde?!
-No va a dejarme aquí tirado.
-Pobre hombre.
África sonríe levemente. Adrián sonríe ampliamente.
-Me alegro mucho de que hayamos hecho esto - le dice mirándola a los ojos.
Ella se sonroja al notar su mirada tan fija, tan penetrante.
-Yo también. Y de nuevo gracias por darme un tiempo para pensarlo. Es solo... que tengo algunos asuntos que arreglar antes de meterme en una relación.
-Quiero que sepas que voy totalmente en serio - dice Adrián mirándola de una manera distinta, sin la misma dulzura, aunque aún puede notar el aprecio y el cariño - No pienso hacerte daño.
África lo mira a los ojos. Sonríe y lo abraza.
-No tengo más que pensar - le dice antes de besarlo.
Su primer beso de verdad como pareja es ese. En ese beso, están las horas de desesperación que ha pasado Adrián pensando en qué hacer, los momentos estresantes de ella al pensar en él. Por fin se han disipado.