miércoles, 25 de septiembre de 2013

Sensaciones




-¿Qué pasa contigo? - le dice enfadado y apartándose.
-Mira, lo siento, pero...
-¿¡SABES LO MAL QUE LES HA SENTADO!? ¡NO TIENES NI IDEA DE LO QUE HAS
HECHO, ADRIÁN! - Alberto se aclara la garganta y se tira del interior de las mangas de su
chaqueta – Ya no eres el mismo, y he venido a saber porqué.
Adrián sonríe con tristeza. Se seca las lágrimas de las mejillas con el dorso de la mano y
da uno paso hacia atrás para comprobar que nadie los mira.
-¿Te importa que vayamos a un sitio más tranquilo para hablar?
Su amigo no dice nada, pero lo observa salir al pasillo y cerrar la puerta detrás de sí.
Adrián le señala la escalera que sube al siguiente piso con la cabeza.
-Hará frío, te lo aviso.
Ambos suben en silencio.
Cuando llegan al último piso, Adrián se le adelanta y abre una puerta de metal que da a
una terraza.
Sí, hace frío. Está seguro de que va a haber una tormenta por la noche.
Alberto se ata la chaqueta y sigue a Adrián de nuevo.
Este lo lleva hasta una bordillo.
Se quedan quietos observando la ciudad, las luces de los pisos encendidos y los coches
en las calles muchos metros bajo sus pies.
-Necesitaba hacerlo – le dice Adrián de repente.
-¿Hacer el qué?
-Cambiar.
Alberto clava su enfadada mirada en el chico.
-Hay una diferencia muy grande entre querer y necesitar – le corrige con un tono muy
calmado.
-Eso fue casi lo que dijo África – comenta Adrián frotándose los brazos desnudos. Su
camiseta de manga corta no lo protege de la fría noche que se acerca – La verdad es que
os parecéis. Quizá ella tiene más carácter.
-Te hace falta mano dura – se burla Alberto.
Adrián ríe tristemente.
-Alberto, no quiero haceros daño, no pretendo hacerle daño a nadie – prosigue.
-Eso ya me lo esperaba, pero el problema es que ya lo has hecho.
-Solo quiero ver si puedo ser otra persona mejor.
-¿No puedes ser otra persona mejor con nosotros?
-Me recordaríais siempre lo que soy ahora. Y... no puedo veros y pensar que con mi
nueva familia tengo más posibilidades y que no puedo mejorar las vuestras...
Alberto pone mala cara, y va a a decir algo, pero Adrián lo interrumpe. Empieza a
chispear.
-Tenemos posibilidades de triunfar como grupo si estás con nosotros.
Adrián no quiere negárselo. Sabe que no son malos, pero no son conocidos, y sus vídeos
han desaparecido de internet.
-¿Pero y si no funciona? No quiero desperdiciar mi vida en algo que después me deja de
nuevo en cero, sería muy duro. Quiero hacer algo, de verdad, Alberto.
Ambos chicos se quedan en silencio unos segundos.
-¿Cómo está África? - pregunta Adrián rompiendo el hielo.
Alberto se remueve en su chaqueta de verano que no lo protege de la gélida lluvia.
-Está tan estresada como nosotros.
El chico suspira. De verdad que no quiere hacer daño a nadie, pero es inevitable.
-Adrián, le importas, y quizá le gustes... - la mirada del chico parece brillar - ¿no te
gustaría ver si podría haber algún futuro? - Alberto vuelve a mirar hacia abajo – Si no
puedes hacerlo por nosotros, hazlo por ella.
Su amigo no contesta, y él no añade nada.
Ambos observan la calle, pensando qué decir.
-Lo tengo que pensar – dice al fin Adrián, muy a su pesar -. Pero tienes que entenderlo, tú
y el resto me importáis mucho. Solo quería cambiar, ser como Antonio: un chico listo y
ambicioso. No querría ser “el distinto”.
-Ser “distinto” no está tan mal... Mucha gente consigue lo que quiere y llega a ser lo que
quiere ser en la vida justamente por ser distinto. Claro que depende de lo que quiera
hacer cada uno.
-Yo quiero ir a vivir a otro lado, a Nueva York, quizá. Quiero estudiar algo...
-Siento decirte que estudiar, ya no vas a poder hacerlo a no ser que repitas.
-Lo sé, pero todo gran trabajo empieza por otro más pequeño – hace una pausa – De
verdad que quiero llegar a algo, Alberto... No quiero acabar como la mayoría de los que
son como nosotros...
-En el mundo tiene que haber un poco de todo, a ti te ha tocado ser el rarito.
Adrián ríe y siente un escalofrío subirle por la espalda. Sigue chispeando unos segundos
más hasta que empieza a diluviar con fuerza.
Su ciudad siempre ha sido bastante fría, incluso en verano, pero al menos había algo de
sol.
Estas vacaciones no va a haber absolutamente nada de calor, va a ser practicamente
otoño durante seis meses.
Alberto grita desesperado y corre a esconderse bajo un techo, pero Adrián se queda ahí,
observando cómo el suelo se empapa hasta encharcarle los pies.
-¿¡Qué haces!? - le grita molesto Alberto acercándose de nuevo.
- No esto seguro de poder escoger una buena opción sin perder algo importante.
                                               ***
Vuelve la vista hacia Esteban, sentado en horcajadas en su sofá, y a Elisa, sentada a su
lado, molesta porque él esté tan tenso de repente.
-¿Queréis comer algo?
-No, gracias – responde por los dos Elisa.
Maite se acerca con una bandeja con refrescos y la deja sobre la mesa de cristal.
Coge su vaso con té helado y se refresca las manos.
-¿Tienes resaca? - le pregunta de repente Esteban.
-¿Qué? ¡No! - ella se ofende. El chico apenas la mira.
-¿Por qué dices eso? - le pregunta Elisa algo confusa.
-Porque el té es su remedio para la resaca. Me lo dijo en... una consulta que tuvimos – se
apresura a contestar Esteban.
Elisa alza las cejas, aunque acepta esa respuesta.
Maite intenta añadir algo más de credibilidad al asunto.
-En realidad, considero el té como un remedio para todo. Y ahora, tengo una molestia en
los riñones y me duele a menudo la cabeza.
-¿Sigues enferma? - se preocupa Elisa – A lo mejor estas incubando la gripe... Ten
cuidado porque es horrible tener fiebre en verano.
-Bueno, no parece que vaya a ser un verano muy caluroso, de momento llueve casi todas
las tardes, y al salir a la calle, hace más bien frío...
-Sí es verdad, y he visto que anuncian como temperaturas máximas en la ciudad nada
más que 35o C, y eso a medio día. Será casi como estar a principios de primavera.
-¿Hemos venido nada más que para hablar del tiempo? - se desespera Esteban.
Ambas se tornan serias y lo observan atentamente.
-Habéis venido para hablar de lo que te pasa, Esteban – dice Maite buscando su mirada.
Cuando la consigue, ve tristeza y arrepentimiento en sus ojos, mezclado con mal humor –
Le he hablado a Elisa de tus cortes, y finalmente, después de hablar sobre el tema varias
horas, decidimos que sería mejor hablar directamente contigo para evitar que se
reprodujese – dice intentando ser cuidadosa.
Al principio, Esteban no puede creérselo. Mira a Maite con odio. ¿Un psicólogo no tiene
prohibido contar nada de lo ocurrido en la consulta con sus pacientes? Podría
denunciarla.
-No tenéis porqué preocuparos por eso, porque no volverá a pasar – dice con tono borde.
-He tenido la suerte de haber vivido de cerca este tipo de autolesiones y puedo decirte
con seguridad, que una vez que empiezas, es difícil acabar.
-Esto no es como la droga, el alcohol o el café, Maite. Estamos hablando de hacerse
cortes, esto duele, y bastante, he aprendido la lección.
-¿Qué lección?
-Que es mejor contar los problemas a guardárselos para sí – dice mirándola directamente
a los ojos y aguantándole la mirada.
Maite quiere mirar hacia otro lado, pero no lo consigue.
Elisa los observa de uno en uno, buscando algo para comprender.
-Eso es una buena lección – dice ella sonriéndole, y confundiendo al chico – Me alegro de
que lo hayas entendido.
Elisa sonríe con ella. Aún algo confusa.
-Entonces, ¿esto es todo? - dice Esteban después de un rato.
-¿Todo? ¿Te parece poco? -dice Maite levantándose de nuevo. Sabe a qué se refiere
exactamente, pero no piensa hablar de ello - ¿Alguien quiere comer algo? - dice mientras
entra en al cocina.
No espera una respuesta, pero necesita alejarse. Esteban la pone nerviosa, lo hace
adrede. ¡También fue su culpa, él ya venía borracho, además de venir sin avisar!
Siente algo ardiente subir y quemarle el estómago. ¿Rabia?
Elisa mira a Esteban unos segundos. El chico se sienta casi tumbado sobre el sofá,
parece cómodo y realmente desinteresado por todo.
Ella no sabe qué hacer, si ir con Maite, o dejarla sola, tendrá mucho estrés, además, está
enferma.
Pero cuando escucha las arcadas, se levanta rápidamente, Esteban también lo hace, pero
ella le señala rápidamente el sofá.
-Quédate aquí. No debe de ser bonito.
Él hace caso, pero se mantiene alerta. Sentado muy tenso.
Elisa corre hacia la cocina.
Lo que ve, es exageradamente horrible.
Maite está asomada a la ventana, vomitando brutalmente.
Instintivamente, siente pena hacia los pobres viandantes que pasen por allí en mal
momento.
Se acerca con cuidado y la sujeta por la cintura.
La ve llorar.
-Maite... intenta relajarte... - le dice con un hilo de voz.
-Necesito...agua...
-¡ESTEBAN! - grita Elisa con todas sus fuerzas.
Maite vuelve a tener arcadas.
El chico entra y da un paso hacia atrás. Se vuelve pálido.
-Hazme el favor de buscar medicinas en el baño, por favor.
Él asiente y sale de allí.
Al entrar en el baño, lo que encuentra tampoco le gusta nada.
Allí hay al menos cuatro o cinco cajitas alargadas que conoce bien.
No hay ninguna abierta, pero puede que ella crea que... además, está vomitando...
Siente ganas de llorar y de vomitar él también. Si Elisa descubre que es posible que Maite
vaya a tener un hijo suyo no la volverá a ver en toda su vida.
Y él solo la quiere a ella.
                                                 ***
<<¿Cómo ha ido el día hoy?>>
<<No ha ido mal>>
<<¿Ha habido algo bueno que deba saber? ¿Algo que la concierna a ella?>>
<<Hoy se la veía mal, la han sacado de clase varias veces porque estaba muy distraída>>
<<¿Tienes idea de lo que puede pasarle?>>
<<No, pero no puedo evitar preocuparme... Ella no es así. África siempre está feliz>>
<<Todos somos personas. Es posible que ya no aguante fingir ser siempre feliz>>
<<Es posible. Mañana hablaré con ella>>
<<Eres adorable>>
<<Te quiero, Elena>>
<<Te quiero, Ernesto>>


2 comentarios:

Unknown dijo...

peeeerdona??? Elena y Ernesto están saliendo?? Y Maite puede ser que esté embarazada??? Como se esta liando esto....
Tiaaa que a mi Esteban y Elisa me caen muy bieeeen p*** alcohol...

Elena dijo...

Jajaja todo acaba bien, tranquila :)