Puede que seas el sueño más dulce o la más hermosa de mis pesadillas
Sweet Dreams , de Beyonce
Cambia
de canción, necesita algo con más vida.
Encuentra
“Viva la vida” de Coldplay, que aunque es vieja, le
encanta.
Lucha
por no ponerse a cantar en mitad de la calle y sonríe.
-¿Sabes
que estás preciosa cuándo sonríes?
Blanca
se gira bruscamente hacia un lado. Un joven esbelto y muy atractivo
vestido con unos vaqueros y una camisa que le marca los músculos de
los brazos la mira divertido.
Intenta
guardar la compostura.
-¿Por
qué me sigues, Víctor? - le pregunta molesta.
-Quería
pedirte perdón. Te he buscado por todos lados en internet y buscado
tu señal del móvil, me ha costado horas – explica él ante la
mirada horrorizada de la chica - , te escondes bien – añade
sonriendo.
-¡¿Me
acosas?!
-¿Que?
¡No! ¡Nunca caería tan bajo! - parece empezar a cabrearse Víctor.
-Acabas
de decir que...
-Es
mi trabajo, cielo – le explica el joven mirándola fijamente a los
ojos - soy un pequeño geniecillo. La gente lo suele llamar
“hacker”. ¿De dónde crees que saco el dinero? - parece tener
demasiado ego.
Blanca
hace una mueca de asco casi invisible, pero él la nota. Pone mala
cara.
-Siento
haberte puesto en un dilema anteayer. Debería haberte tratado con
más delicadeza sabiendo qué te acababa de pasar... - se acaba
disculpando al fin. Ella traga saliva e intenta fijarse en la acera –
Pero me pareciste realmente guapa, y se te ve madura y... - Blanca
casi suelta un gritito.
-Me
llamaste fea – dice interrumpiéndolo.
Víctor
la observa divertido.
-Lo
saqué de una película. No puedo creer que no la conozcas, Tres
metros sobre el cielo. No me
la tragué entera para nada.
La chica se decepciona de
alguna forma a sí misma por no haberlo notado.
-Pues no fue muy
agradable – le echa en cara.
-Vaya, tendré que
cambiar mi táctica para ligar.
Aquello consigue sacarle
una sonrisa. Él, al verlo, la imita.
-De verdad que te sienta
muy bien sonreír.
-Gra...gracias
Ambos observan unos
segundos el atardecer, el sol escondiéndose detrás de una marea de
edificios dejando un cálido color naranja mezclarse con el azul
celeste del cielo.
-Entonces – dice ella
rompiendo el silencio -, ¿eres un “hacker”?
-Algo así. No suelo
hacer cosas ilegales...
Blanca sonríe de medio
lado.
Víctor tiene un extraño
encanto. Y está claro que además de tener una colonia realmente
apetecible, es muy atractivo.
Nota que el rubor le sube
a las mejillas; siente su estómago dar pequeñas sacudidas
nerviosas.
Da gracias a dios a que
no ha comido nada.
-No tienes porqué estar
nerviosa – dice él mirándola interesado. A notado su incomodidad
-. No pienso hacerte nada. Solo venía a pedirte perdón, y a darte
algo.
Le tiende un disco que
ella no había notado antes que tenía consigo y ella lo coge con
cuidado.
Siente la sangre bajarle
de las mejillas a los pies de golpe, todo su peso multiplicado por
diez y el disco corre el peligro de caerse al suelo gracias a los
temblores de sus manos.
-¡A
RUSH OF BLOOD TO THE HEAD!
- grita. Las personas que pasan en ese momento por su lado se asustan
y se alejan de ella lo más rápido posible - ¡NO PUEDE SER VERDAD!
¿¡CÓMO LO HAS CONSEGUIDO!? Y ¡OH, NO PUEDE SER, ESTÁ FIRMADO!
-Me
lo firmaron en persona cuando estube "tomando algo" con
ellos en uno de sus camerinos antes de un concierto.
-¡ESO
NO PUEDE SER VERDAD!
-Tan
verdad como que me llamo Víctor.
-¿¡CÓMO
CONSEGUISTE PASAR A SU CAMERINO!?
Víctor
se encoge de hombros, claramente divertido.
-¿Y
ME LO VAS A REGALAR? - pregunta emocionada.
-Solo
si dejas de gritar y dejas que te invite a un café, o a un chocolate
en aquella cafetería de allí – dice señalando un sitio escondido
con apariencia Vintage
en
la esquina de la calle.
El
olor a café llega hasta allí y le activa todos los sentidos
añadiéndole un repentino y voraz apetito, ¿cuánto hace que no
come?
Se
gira hacia Víctor. Él no la mira, pero sabe que está atento a sus
movimientos. ¿Por qué se porta tan bien con ella?
***
Tres suaves
toques en la puerta.
-¿Adrián?
-Puedes pasar,
Amanda.
Ella abre la
puerta sonriente y entra en la habitación. Se sienta a su lado en la
cama.
-¿Siguen aquí?
- pregunta muy serio el chico.
-Sí, los he
invitado a entrar, y están en el salón.
-¡No deberías
haber hecho eso! - dice levantando la cabeza y mirándola enfadado.
-¡Perdóname!
Pero son tus amigos de siempre, merecen una explicación más
extensa, lo que tú nos dijiste a nosotros, aunque sea duro.
-No puedo
decirles eso, Amanda. Los destrozaría.
-Les haces más
daño si los haces venir desde el otro lado de la ciudad para verte y
no quieres verlos.
El chico
suspira. Amanda se levanta lentamente, convencida de que lo que acaba
de decirle le ayudará a cambiar de idea, armarse de valor y salir a
recibir a sus amigos, pero se equivoca. Cuando sale de la habitación
y vuelve al salón, Adrián se levanta a su vez, y sale de su
habitación, dirección a la terraza.
***
-Ho-hola Elisa.
-¡Maite! ¿Cómo
estás, cielo?
La joven casi
suelta un suspiro de alivio al notar que no está enfadada. No lo
sabe.
-Bien, un poco
mareada. Tengo nauseas.
-Ay, vaya. Una
pena que sea justo ahora, casi en vacaciones – dice con comprensión
Elisa.
-Ya. En realidad
– cambia de tema Maite – llamaba para hablarte de Esteban.
-¿De Esteban? -
Elisa parece confusa. Esa misma mañana se ha ido muy feliz a su
nuevo trabajo en la librería del centro.
-Sí. ¿Sabes
que vino a verme hace ya un tiempo...?
-Sí, claro.
Pasó a verte.
-Ajá... Pues
resulta que hay problemas.
-¿Pro...problemas?
-Esteban tenía
cortes por todo el cuerpo, Elisa.
Elisa traga
saliva. Maite se muerte el labio.
-¿Quieres
venir a verme para hablarlo? - pregunta la psicóloga preocupada por
el shok de la pobre Elisa.
-Sí, claro. En
media hora estoy allí – contesta ella. Su voz suena distante,
preocupada.
***
-Resulta que
creo que Blanca tiene un “royo” con un chico que yo conozco –
dice África imitando un tono de voz divertido, aunque no se siente
así.
-¿De verdad?
¿Quién?
-Se llama Leo.
Es muy mono... bueno, no te engaño, está muy bueno.
Almudena suelta
una carcajada al otro lado de la línea.
-Bueno, hay que
decir que Blanca nunca elige mal en lo que se refiere a físico.
-Ya... - la
conversación a cogido de repente un toque incómodo.
Ernesto.
Sigue enfadada
con él. Se ha cambiado de sitio en todas las asignaturas en las que
se sentaba a su lado, ahora está apartada en un lado de la clase, y,
aunque le duele, prefiere estar sola que con alguien tan insoportable
como Ernesto.
-¿Cómo es?
¿Qué hace? - pregunta notando el silencio de su amiga.
-Forma parte de
una banda. Creo que él solo los lleva en coche y los graba, pero no
estoy segura, nunca los he visto actuar.
-Ah, ¿de
verdad?
-Sí, sí. Si
quieres, puedo buscar si van a hacer algún concierto dentro de poco
para que lo veas.
-Perfecto –
dice ella con un tono animado antes de despedirse de ella y colgarle.
***
Le duelen los
brazos. Sabe que algunos de los cortes son demasiado profundos, se
pasó, claramente.
Hace una mueca
al levantar una caja llena de enormes enciclopedias.
-Esteban, ¿estás
bien?
-Sí... es solo
la espalda – asegura el chico.
Su superior lo
mira, puede ver su mirada preocupada a través de sus gafas negras de
pasta.
-¿Puedes
repetirme tu edad?
-17 años, jefe.
-¿Terminaste el
instituto?
-No, señor –
contesta muy a su pesar el chico.
-¿Y te
contrataron porque...?
Esteban empieza
a cansarse. Deja la caja en el suelo con mucho cuidado y con un
suspiro y se gira hacia el joven de unos cinco años más que él.
-Porque me
necesitaban para levantar cajas pesadas – explica secamente.
El hombre le
sonríe de medio lado.
-Claro, claro.
Sigue con tu trabajo.
Esteban ahoga un
grito al volver a coger los libros y sale del almacén para llevarlo
a uno de los estantes de la librería.
Es un chico
raro. No ha terminado el instituto, así que tampoco tiene estudios.
Y sabe de sobra que no tiene problemas de espalda, ya que era vecino
suyo y un antiguo amigo.
Le entristece
que no lo recuerde a él. Aunque sabe que lo ha pasado mal, ya no
vive en casa, y nadie que él conozca sabía hasta ahora su paradero.
***
Ninguno se
atreve a decir nada.
Están los cinco
sentados al rededor de la mesa, con sus respectivas bebidas
calentándose por el sofocante calor.
La radio está puesta demasiado alta, tanto que apenas se escuchan unos a otros.
Suena Sweet Dreams de Beyonce.
El
dueño del bar les grita algo desde la barra. Leo se levanta y va a
pagarle las bebidas.
-Parece
que Adrián va en serio – dice Guille bebiendo un sorbo de
Coca-Cola Light.
-Si
ni siquiera quiere ver a África tiene que ser serio de verdad.
-No
puedo creer que lo esté haciendo – dice Leo muy serio dejándose
caer sobre la silla de nuevo.
-Pero
no tenemos más remedio que hacerle caso – comenta Mario con voz
lastímera.
-O
intentar convencerlo – dice Alberto después de terminarse su
Coca-Cola con limón.
-¿Convencerlo
de qué?
-De
que esto es una tontería. No conseguirá nada ignorándonos. Si de
verdad su padre quiere venir a por uno de nosotros, vendrá aunque
llevemos meses sin hablarnos. Sabe que le hará daño de todas
formas. Es una estupidez.
-Yo
simplemente creo que es una escusa -murmura África sin atreverse a
mirarlos a la cara.
Contactaron
con ella anoche, y en cuanto pudo, salió de casa y fue a verlos.
Nadie
dice nada a su comentario, pero todos meditan esa opción, duele pensar eso.
-Deberíamos
intentar convencerlo, lo digo en serio – repite Alberto esta vez
con más ganas.
-¿Cómo
quieres que lo convenzamos? - dice Guille realmente enfadado – Está
convencido de una cosa estúpida, y sabes que es horriblemente
cabezón.
-África
puede hacerlo – se explica Alberto. La chica lo mira de golpe. Los
ojos de aquellos chicos la juzgan, y lo sabe – Lo conozco muy bien,
soy su mejor amigo. Está enamorado. ¡Se deprimió porque pensó que
no volvería a verte!
-Ya...
- ella empieza a molestarse.
-Sabemos
dónde vive. Ve a verlo, consigue su teléfono, llámalo
continuamente hasta que ceda.
-¿Eso
no lo podéis hacer vosotros? ¿Qué pretendes que le diga si
milagrosamente me responde a la llamada?
-Dile
lo que sientas.
-Siento
que es un imbécil.
-Pues
dile eso – dice Alberto sonriendo.
África
suspira.
-Está
bien. Iré hoy a verlo.
Alberto
asiente. Pero el resto sigue sin estar muy cómodo con ella.
Guille
la mira de una forma extraña.
La
chica lo mira a él, esperando que aparte la mirada, pero no lo hace.
No sabe si en su mirada hay odio, o rabia, pero sabe que no está
contento, sabe que ella no le gusta.
Finalmente,
abatida, África mira hacia otro lado.
La
cosa empieza a ser realmente desesperada.
4 comentarios:
¿Con quién terminara Blanca, Víctor o Leo?
Pobre Esteban... ='( snif snif
¿Por qué miran mal a África?? Pobre Afri!!
¿Y qué demonios tiene Blanca pa que le guste a todos los tíos?
Oye... Elena... ¿Afri va a presentarme ya a Mario o qué? jajaja ;P
No te preocues jajaja todo acaba bien :)
En lo que se refiere a ti y a Mario, dentro de poco jajajaja
Jo! Siempre me dices lo mismo! "Poco, poco, poco..." ¡¿Cuánto duran tus "pocos?! Jajajaja ;P
Pues poco, no?
Jejejeje
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