lunes, 9 de septiembre de 2013

Viva la vida

Puede que seas el sueño más dulce o la más hermosa de mis pesadillas 

                                                     Sweet Dreams , de Beyonce

Cambia de canción, necesita algo con más vida.
Encuentra “Viva la vida” de Coldplay, que aunque es vieja, le encanta.
Lucha por no ponerse a cantar en mitad de la calle y sonríe.

-¿Sabes que estás preciosa cuándo sonríes?

Blanca se gira bruscamente hacia un lado. Un joven esbelto y muy atractivo vestido con unos vaqueros y una camisa que le marca los músculos de los brazos la mira divertido.
Intenta guardar la compostura.

-¿Por qué me sigues, Víctor? - le pregunta molesta.

-Quería pedirte perdón. Te he buscado por todos lados en internet y buscado tu señal del móvil, me ha costado horas – explica él ante la mirada horrorizada de la chica - , te escondes bien – añade sonriendo.

-¡¿Me acosas?!

-¿Que? ¡No! ¡Nunca caería tan bajo! - parece empezar a cabrearse Víctor.

-Acabas de decir que...

-Es mi trabajo, cielo – le explica el joven mirándola fijamente a los ojos - soy un pequeño geniecillo. La gente lo suele llamar “hacker”. ¿De dónde crees que saco el dinero? - parece tener demasiado ego.

Blanca hace una mueca de asco casi invisible, pero él la nota. Pone mala cara.

-Siento haberte puesto en un dilema anteayer. Debería haberte tratado con más delicadeza sabiendo qué te acababa de pasar... - se acaba disculpando al fin. Ella traga saliva e intenta fijarse en la acera – Pero me pareciste realmente guapa, y se te ve madura y... - Blanca casi suelta un gritito.

-Me llamaste fea – dice interrumpiéndolo.

Víctor la observa divertido.

-Lo saqué de una película. No puedo creer que no la conozcas, Tres metros sobre el cielo. No me la tragué entera para nada.

La chica se decepciona de alguna forma a sí misma por no haberlo notado.

-Pues no fue muy agradable – le echa en cara.

-Vaya, tendré que cambiar mi táctica para ligar.

Aquello consigue sacarle una sonrisa. Él, al verlo, la imita.

-De verdad que te sienta muy bien sonreír.

-Gra...gracias

Ambos observan unos segundos el atardecer, el sol escondiéndose detrás de una marea de edificios dejando un cálido color naranja mezclarse con el azul celeste del cielo.

-Entonces – dice ella rompiendo el silencio -, ¿eres un “hacker”?

-Algo así. No suelo hacer cosas ilegales...

Blanca sonríe de medio lado.
Víctor tiene un extraño encanto. Y está claro que además de tener una colonia realmente apetecible, es muy atractivo.
Nota que el rubor le sube a las mejillas; siente su estómago dar pequeñas sacudidas nerviosas.
Da gracias a dios a que no ha comido nada.

-No tienes porqué estar nerviosa – dice él mirándola interesado. A notado su incomodidad -. No pienso hacerte nada. Solo venía a pedirte perdón, y a darte algo.

Le tiende un disco que ella no había notado antes que tenía consigo y ella lo coge con cuidado.
Siente la sangre bajarle de las mejillas a los pies de golpe, todo su peso multiplicado por diez y el disco corre el peligro de caerse al suelo gracias a los temblores de sus manos.

A RUSH OF BLOOD TO THE HEAD! - grita. Las personas que pasan en ese momento por su lado se asustan y se alejan de ella lo más rápido posible - ¡NO PUEDE SER VERDAD! ¿¡CÓMO LO HAS CONSEGUIDO!? Y ¡OH, NO PUEDE SER, ESTÁ FIRMADO!

-Me lo firmaron en persona cuando estube "tomando algo" con ellos en uno de sus camerinos antes de un concierto.

-¡ESO NO PUEDE SER VERDAD!

-Tan verdad como que me llamo Víctor.

-¿¡CÓMO CONSEGUISTE PASAR A SU CAMERINO!?

Víctor se encoge de hombros, claramente divertido.

-¿Y ME LO VAS A REGALAR? - pregunta emocionada.

-Solo si dejas de gritar y dejas que te invite a un café, o a un chocolate en aquella cafetería de allí – dice señalando un sitio escondido con apariencia Vintage en la esquina de la calle.

El olor a café llega hasta allí y le activa todos los sentidos añadiéndole un repentino y voraz apetito, ¿cuánto hace que no come?
Se gira hacia Víctor. Él no la mira, pero sabe que está atento a sus movimientos. ¿Por qué se porta tan bien con ella?
***
Tres suaves toques en la puerta.

-¿Adrián?

-Puedes pasar, Amanda.

Ella abre la puerta sonriente y entra en la habitación. Se sienta a su lado en la cama.

-¿Siguen aquí? - pregunta muy serio el chico.

-Sí, los he invitado a entrar, y están en el salón.

-¡No deberías haber hecho eso! - dice levantando la cabeza y mirándola enfadado.

-¡Perdóname! Pero son tus amigos de siempre, merecen una explicación más extensa, lo que tú nos dijiste a nosotros, aunque sea duro.

-No puedo decirles eso, Amanda. Los destrozaría.

-Les haces más daño si los haces venir desde el otro lado de la ciudad para verte y no quieres verlos.

El chico suspira. Amanda se levanta lentamente, convencida de que lo que acaba de decirle le ayudará a cambiar de idea, armarse de valor y salir a recibir a sus amigos, pero se equivoca. Cuando sale de la habitación y vuelve al salón, Adrián se levanta a su vez, y sale de su habitación, dirección a la terraza.

***

-Ho-hola Elisa.

-¡Maite! ¿Cómo estás, cielo?

La joven casi suelta un suspiro de alivio al notar que no está enfadada. No lo sabe.

-Bien, un poco mareada. Tengo nauseas.

-Ay, vaya. Una pena que sea justo ahora, casi en vacaciones – dice con comprensión Elisa.

-Ya. En realidad – cambia de tema Maite – llamaba para hablarte de Esteban.

-¿De Esteban? - Elisa parece confusa. Esa misma mañana se ha ido muy feliz a su nuevo trabajo en la librería del centro.

-Sí. ¿Sabes que vino a verme hace ya un tiempo...?

-Sí, claro. Pasó a verte.

-Ajá... Pues resulta que hay problemas.

-¿Pro...problemas?

-Esteban tenía cortes por todo el cuerpo, Elisa.

Elisa traga saliva. Maite se muerte el labio.

-¿Quieres venir a verme para hablarlo? - pregunta la psicóloga preocupada por el shok de la pobre Elisa.

-Sí, claro. En media hora estoy allí – contesta ella. Su voz suena distante, preocupada.

***

-Resulta que creo que Blanca tiene un “royo” con un chico que yo conozco – dice África imitando un tono de voz divertido, aunque no se siente así.

-¿De verdad? ¿Quién?

-Se llama Leo. Es muy mono... bueno, no te engaño, está muy bueno.

Almudena suelta una carcajada al otro lado de la línea.

-Bueno, hay que decir que Blanca nunca elige mal en lo que se refiere a físico.

-Ya... - la conversación a cogido de repente un toque incómodo.

Ernesto.
Sigue enfadada con él. Se ha cambiado de sitio en todas las asignaturas en las que se sentaba a su lado, ahora está apartada en un lado de la clase, y, aunque le duele, prefiere estar sola que con alguien tan insoportable como Ernesto.

-¿Cómo es? ¿Qué hace? - pregunta notando el silencio de su amiga.

-Forma parte de una banda. Creo que él solo los lleva en coche y los graba, pero no estoy segura, nunca los he visto actuar.

-Ah, ¿de verdad?

-Sí, sí. Si quieres, puedo buscar si van a hacer algún concierto dentro de poco para que lo veas.

-Perfecto – dice ella con un tono animado antes de despedirse de ella y colgarle.

***

Le duelen los brazos. Sabe que algunos de los cortes son demasiado profundos, se pasó, claramente.
Hace una mueca al levantar una caja llena de enormes enciclopedias.

-Esteban, ¿estás bien?

-Sí... es solo la espalda – asegura el chico.

Su superior lo mira, puede ver su mirada preocupada a través de sus gafas negras de pasta.

-¿Puedes repetirme tu edad?

-17 años, jefe.

-¿Terminaste el instituto?

-No, señor – contesta muy a su pesar el chico.

-¿Y te contrataron porque...?

Esteban empieza a cansarse. Deja la caja en el suelo con mucho cuidado y con un suspiro y se gira hacia el joven de unos cinco años más que él.

-Porque me necesitaban para levantar cajas pesadas – explica secamente.

El hombre le sonríe de medio lado.

-Claro, claro. Sigue con tu trabajo.

Esteban ahoga un grito al volver a coger los libros y sale del almacén para llevarlo a uno de los estantes de la librería.
Es un chico raro. No ha terminado el instituto, así que tampoco tiene estudios. Y sabe de sobra que no tiene problemas de espalda, ya que era vecino suyo y un antiguo amigo.
Le entristece que no lo recuerde a él. Aunque sabe que lo ha pasado mal, ya no vive en casa, y nadie que él conozca sabía hasta ahora su paradero.

***

Ninguno se atreve a decir nada.
Están los cinco sentados al rededor de la mesa, con sus respectivas bebidas calentándose por el sofocante calor. 
La radio está puesta demasiado alta, tanto que apenas se escuchan unos a otros. 
Suena Sweet Dreams de Beyonce.  
El dueño del bar les grita algo desde la barra. Leo se levanta y va a pagarle las bebidas.

-Parece que Adrián va en serio – dice Guille bebiendo un sorbo de Coca-Cola Light.

-Si ni siquiera quiere ver a África tiene que ser serio de verdad.

-No puedo creer que lo esté haciendo – dice Leo muy serio dejándose caer sobre la silla de nuevo.

-Pero no tenemos más remedio que hacerle caso – comenta Mario con voz lastímera.

-O intentar convencerlo – dice Alberto después de terminarse su Coca-Cola con limón.

-¿Convencerlo de qué?

-De que esto es una tontería. No conseguirá nada ignorándonos. Si de verdad su padre quiere venir a por uno de nosotros, vendrá aunque llevemos meses sin hablarnos. Sabe que le hará daño de todas formas. Es una estupidez.

-Yo simplemente creo que es una escusa -murmura África sin atreverse a mirarlos a la cara.

Contactaron con ella anoche, y en cuanto pudo, salió de casa y fue a verlos.

Nadie dice nada a su comentario, pero todos meditan esa opción, duele pensar eso. 

-Deberíamos intentar convencerlo, lo digo en serio – repite Alberto esta vez con más ganas.

-¿Cómo quieres que lo convenzamos? - dice Guille realmente enfadado – Está convencido de una cosa estúpida, y sabes que es horriblemente cabezón.

-África puede hacerlo – se explica Alberto. La chica lo mira de golpe. Los ojos de aquellos chicos la juzgan, y lo sabe – Lo conozco muy bien, soy su mejor amigo. Está enamorado. ¡Se deprimió porque pensó que no volvería a verte!

-Ya... - ella empieza a molestarse.

-Sabemos dónde vive. Ve a verlo, consigue su teléfono, llámalo continuamente hasta que ceda.

-¿Eso no lo podéis hacer vosotros? ¿Qué pretendes que le diga si milagrosamente me responde a la llamada?

-Dile lo que sientas.

-Siento que es un imbécil.

-Pues dile eso – dice Alberto sonriendo.

África suspira.

-Está bien. Iré hoy a verlo.

Alberto asiente. Pero el resto sigue sin estar muy cómodo con ella.

Guille la mira de una forma extraña.
La chica lo mira a él, esperando que aparte la mirada, pero no lo hace. No sabe si en su mirada hay odio, o rabia, pero sabe que no está contento, sabe que ella no le gusta.
Finalmente, abatida, África mira hacia otro lado.
La cosa empieza a ser realmente desesperada.




4 comentarios:

Unknown dijo...

¿Con quién terminara Blanca, Víctor o Leo?
Pobre Esteban... ='( snif snif
¿Por qué miran mal a África?? Pobre Afri!!
¿Y qué demonios tiene Blanca pa que le guste a todos los tíos?

Oye... Elena... ¿Afri va a presentarme ya a Mario o qué? jajaja ;P

Elena dijo...

No te preocues jajaja todo acaba bien :)
En lo que se refiere a ti y a Mario, dentro de poco jajajaja

Unknown dijo...

Jo! Siempre me dices lo mismo! "Poco, poco, poco..." ¡¿Cuánto duran tus "pocos?! Jajajaja ;P

Elena dijo...

Pues poco, no?
Jejejeje