martes, 7 de mayo de 2013

El engaño, la decepción y sensaciones





  • Me parece exagerado una anestesia general – repite por enésima vez Leo, de nuevo gritando.
  • Ha herido a dos enfermeros y al médico... - vuelve a decir con pesadez Mario.
Los cuatro andan por el pasillo.
Amanda ha llamado a todos sus parientes que viven en la ciudad ,que son muchos, y han aparecido en el hospital, agotándolos y molestándolos.
  • Podían atarlo...
  • No, no pueden.
  • De todas formas, esa anestesia podía matarlo como una normal en el brazo.
  • No... solo lo durmieron...
  • ¡Con anestesia general!
  • ¡Qué pesado! ¡No era anestesia general! - explota de repente Guille – El médico lo ha explicado antes... era una medicina que lo dejaba inconsciente, solo lo durmió. Se despertará después de la operación.
  • Lo llamó “fármaco hipnótico intravenoso” - añade Mario mientras entran en la habitación de Adrián para esperar a que vuelva.
***
<<Hola>>.
<<Hola>>.
<<¿Cómo estás?>>.
<<Regular>>.
<< :( ¿Y tu abuelo?>>.
<<Igual>>.
<<Siento que estés así>>.
<<No es culpa tuya>>.
<<Pero me siento culpable igual>>.
<<En serio, no tiene nada que ver contigo, no te tiene que importar en absoluto>>.
<<Eres mi amiga y me importaría cualquier cosa que te pasase, Blanca>>.
<<Tú también eres mi amiga>>.
<<Gracias>>.
<< :) De nada. ¿Podemos cambiar de tema? ¿Hay de deberes para mañana?>>.
<<Una redacción para tutoría sobre el maltrato>>.
<<¿Violencia de género?>>.
<<Hemos hablado sobre todo del infantil, o sea, de los padres a los niños, supongo que es más bien de eso. ¿Sabías que ha habido un caso aquí, en nuestra ciudad?>>.
<<Sí. Está en el mismo hospital que mi abuelo. Lo he visto. Se llama Adrián>>.

***

¿Adrián? ¿De verdad ha dicho Adrián? No puede creerlo. ¿Es aquél chico tan raro que la besó y luego desapareció? En realidad no ha pensado demasiado en él desde hace un tiempo, a pesar de que debería de haberla marcado. Ella también es muy rara.
Si es él, le gustaría verlo. Al menos para asegurarse de que está bien. No hace falta que él sepa que está allí, pero seguro que en cuanto lo vea, querrá hablar con él y preguntarle la razón de aquél momento esa noche.

***

Esperaba que lo acosase continuamente, pero no lo ha hecho.
Le gustaría que fuese un alivio, pero no lo es. Que se hubiese arrastrado ella ahora hubiese sido perfecto.
Está muy enfadado, la odia y piensa hacerle la vida imposible sea como sea.
Abre su Whatsapp en el móvil y comprueba cuanto tiempo lleva sin conectarse. Desde ayer. Eso es mucho tiempo, ¿qué estará haciendo? ¿No estará con otro? No, lo duda mucho. Aunque... ¡claro que no, estará estudiando para el examen de mañana! Quizá esté demasiado obsesionado con ella...
Él también debería estar estudiando, pero no le apetece demasiado, lo dejará para la próxima vez.
¿Qué le dice? ¿Qué le escribe?
Busca algo que decirle, cualquier insulto. Pero cuando va a escribirlo, sus manos se mueven solas y dejan el teléfono sobre la cama, junto a su cabeza.
No puede hacerle daño, no podrá soportar verla llorar y sentirse tan culpable, sería un peso demasiado duro de cargar sobre los hombros.
Pero le ha hecho daño... mucho daño... Pero la quiere.
Lo mejor que se puede hacer cuando una persona te molesta es alejarte de ella, es muy difícil sacarla de tu cabeza y es una peor tarea sacarla de corazón, pero no puede hacer otra cosa. Lo conseguirá, ella no tiene nada de especial, no destaca demasiado, es muy normal.
Vuelve a coger el móvil y borra el contacto. Una tarea menos.

***
Los oye hablar, como si fuera un cuchicheo, muy lejano. Parece una pelea.
Quiere abrir los ojos, pero le pesan demasiado los párpados.
Hace varios intentos antes de conseguirlo finalmente. Lo miran, Amanda está pálida a su lado.
  • Menos mal – murmura Leo dejándose caer en una silla.
Todos lo miran. Parecen aliviados.
Hay varias personas allí que, o no reconoce o simplemente no conoce.
Quiere sentarse sobre la cama, pero no siente ninguna extremidad. Empieza a tener pánico, no recuerda nada de la operación, solo que querían hacer algo con unos especies de clavos y de la cara del médico, pero nada después.
Traga saliva y nota sabor a sangre en la boca.
Su cuerpo empieza a despertarse, nota un insufrible hormigueo que le recorre las piernas. Necesita comprobar que no hay ningún insecto mordisqueándole la piel, pero no puede mover uno de las manos, y no es que esté dormida, cuando la ve, se da cuenta de que tiene una inmaculada escayola blanca.
  • La operación terminó hace diez minutos – dice Guille. A su lado hay una preciosa chica con unos ojos enormes de un color muy corriente, pero decorados con un brillo especial y unas larguísimas pestañas – llevamos esperando a que te despiertes desde entonces – la chica también parece algo tensa, aunque seguramente ni sepa quién es él ni lo que le ha pasado.
Adrián cierra los ojos y acomoda la cabeza en la mullida almohada.
  • ¿Necesitas algo, cielo? - le pregunta Amanda – Joaquín está trabajando, pero puedo llamarlo si quieres para volver a casa.
  • No, solo necesito un poco de tranquilidad, la cabeza me va a explotar.
Amanda, algo indignada por el tono de voz del chico que le está pidiendo que se vaya, se levanta lentamente y sale de la habitación seguida de una mujer muy delgada y de andares exageradamente remilgados.
Sus amigos y la chica van a salir de allí justo después, pero Adrián le pide a Alberto que se quede con él.
El chico de ojos azules muy oscuro se sienta donde antes estaba Amanda.
El resto sale algo ofendido de la habitación.
Cuando solo hay silencio, Adrián habla con voz ronca.
  • ¿Qué me ha pasado?
  • Nada. Solo te operaron, ya lo sabes.
  • Sí, pero no me acuerdo de nada.
  • Porque te durmieron... - Alberto se levanta incómodo y se acerca a la ventana, hace buen tiempo.
  • Pensaba que no iban a dormirme.
  • Mordiste a varios de los médicos y se asustaron. Así que te durmieron.
  • No recuerdo que me inyectasen nada.
  • No sé si te inyectaron ese “fármaco hipnótico”, pero estabas inconsciente.
  • El farma...¿qué?
  • “FÁRMACO HIPNÓTICO” - dice Alberto molesto y con cierta angustia. Se gira hacia su amigo y lo ve serio en aquella cama blanca, rodeado de aquellas cuatro paredes blancas – No me preguntes lo que es, el único que se enteró bien fue Mario – el chico se acerca de nuevo a Adrián y lo mira a los ojos - De todas formas, eso no importa, ¿no? Lo importante es que estés bien.
  • Hmmm...
  • ¿Y bien?
  • ¿Qué?
  • ¿Cómo estás?
  • Cansado, me empieza a doler la muñeca y no puedo moverla, pero lo peor es que no siento los dedos de esa mano y me pica una barbaridad la escayola.
Alberto suelta una risilla y Adrián sonríe. Por fin.

***

Esperaba que fuese un buen día, pero no lo es, y sospecha que no lo será. ¿Tenía que ser justo el día de su cumpleaños en el que se siente peor?
Primero, al levantarse, fue a la cocina a prepararse el desayuno, y al llevarlo a la mesita del salón, no vio un pequeño (en realidad bastante grande) regalito marrón de Arturo en la alfombra, que además de ser carísima, era nueva y lo pisó.
Después de gritar todo tipo de insultos al perro, que seguía dando brincos a su alrededor, fue al baño y, soportando las arcadas que le provocaba aquello, se limpió de su pie descalzo la porquería del perro.
Al volver al salón a limpiar el resto de excremento y después lavarse las manos tres veces y finalmente ducharse, el hambre desapareció por completo.
Era muy cierto que no sacaba al perro desde hacía unos días, pero no se encontraba con ganas ni fuerzas para hacerlo.
Después de todo esto, Maite va a su habitación y se pone un pantalón corto de chándal y una camiseta de tirantes blanca junto con las zapatillas de deporte que le ruegan que las use de una vez por todas.
Coge la correa de Arturo y después de atarlo, salen del piso.
Lleva el móvil en el bolsillo, solo por él, deseando que la llame, aunque sea solo para preguntarle cómo está, como solía hacer los primeros días que pasaron separados. Se ha olvidado de ella.
Ha recorrido media calle cuando suena por fin la ansiada melodía, la que tenía asignada para él, ¡es Hugo!
Se aclara la voz y contesta.
  • ¿Hola?
  • Hola – su voz parece apresurada – mira, que al final no puedo ir contigo al cine esta tarde, ¿vale? Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, de verdad, es que me ha surgido algo y...
  • Hugo – lo interrumpe ella - ¿qué dices?
  • Lo del cine que... Ah... mierda...
  • ¿De qué hablas?
  • Lo siento Verónica, me he...
  • ¡¿Verónica?!
  • ¡MAITE! Eso, Maite, lo siento, me he equivocado de...
Pero ella no le deja terminar de hablar, le cuelga directamente. Nota como empiezan a escocerle los ojos, y como se le cierra la garganta.
  • Imbécil, asqueroso...
Arturo ladra y menea la cola. Ella se deja caer con fuerza en un banco cercano que está casi escondido entre unos árboles y un largo seto. El perro salta sobre sus piernas y se acurruca allí.
Maite se seca las lágrimas.
Ya no más.
¡Vamos, es psicóloga, se suponía que sabía entender y tratar los sentimientos de cada uno, incluidos los suyos!
Sacude la cabeza una vez y mira hacia el frente.
Allí hay una chica, de claros ojos verdes, castaña. Junto a ella van otras dos chicas, más altas y más desarrolladas que ella con diferencia. Las dos le hablan apresuradas y ella parece enfadada.
  • África, debí decírtelo antes, pero como estaba enfadada con Elisa...
  • ¿Ese chico ha estado buscándome tanto tiempo?
  • Por lo que yo sé, sí – contesta la rubia, a ella la conoce – no volvió a llamarme, ni a mi novio, que yo sepa, pero intenté conseguir tu teléfono para él varias veces. Después me fue a Estados Unidos con Esteban y no volví hasta ayer, que me reconcilié con tu hermana y le pedí de nuevo el teléfono.
  • ¿Todo eso del ataque de ansiedad es verdad?
  • Sí, lo encontré semi-inconsciente en la calle y lo ayudé.
  • ¿Y es el que salió en las noticias, al que su padre le pegó? - pregunta con voz temblorosa.
Maite se levanta del banco y sale de detrás del seto por una parte en la que hay muchas menos hojas y ramas.
  • Hola – dice acercándose a las tres desconcertadas chicas, que no la habían visto antes.
  • ¿Maite? - pregunta Elisa.
  • Hola Elisa. ¿Está bien Esteban?
  • Sí, está en casa.
  • Me alegro, me alegro – la joven se gira hacia las otras dos – Soy Maite – dice, intentando sonreír.
  • Ho-hola.
  • ¿Tú eres África?
  • Sí... - contesta muy confusa y algo asustada ella.
  • Soy la psicóloga de Adrián y sí, es el mismo que salió en las noticias hace unos días. Por lo que sé, sigue en el hospital.
África traga saliva, nerviosa.
  • Podríamos ir a tomar un café y puedo explicártelo todo.
  • No tenemos dinero – dice muy seria Lidia, que no se acaba de fiar de ella.
  • ¡Perfecto! Iremos a mi casa, entonces.
Lidia mira a África.
  • Yo quiero ir.
  • Está bien, pero tendrás que ir sola. Hace mucho que no veo a Elisa y quiero pasar un rato feliz con ella, para variar.
  • Está bien.
  • ¿A qué hora vengo a por ti?
  • Vuelvo yo sola en autobús.
  • No, te doy dinero para un taxi, no quiero que vuelvas tan tarde, sola.
  • Vale – acepta la chica cogiendo el dinero encogiéndose de hombros.
Maite le sonríe y las dos se alejan de las dos chicas que las observan algo contrariadas.

***

Le ha contado todo, absolutamente todo. Tiene ganas de llorar. ¿Cómo no puedo darse cuenta? Debió darle su teléfono cuando se encontraron aquella noche, al fin y al cabo, antes de desaparecer, fue todo un caballero.
Sube al taxi, llevándose consigo el número de Maite apuntado en la mano y el hospital y la habitación en la que está Adrián.

***

Justo cuando África se va, coge su móvil y ve que tiene treinta mensajes en Whatsapp, cinco SMS y felicitaciones de todos sus amigos en varias redes sociales.
De pronto, suena el teléfono fijo:
  • ¡Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te deseamos todos, cumpleaños feliz! - cantan sus primos al otro lado de la línea.
  • Gracias – dice ella riendo.
  • ¿Cómo te ha ido el día?
  • Muy bien – dice riendo ya con cierta frialdad.
Su familia, al notarlo, no saben que decir, hasta que el más pequeño, de diez años, grita:
  • ¡TE QUEREMOS UN MONTÓN, MAITE, TU FAMILIA Y TUS AMIGOS TE QUIEREN UN MONTÓN! → * ←
  • Muchas gracias – vuelve a agradecer ya con más ganas.
***
  • ¿Adónde la llevo, señorita?
  • Al hospital del centro.
  • Muy bien, vamos allá.

***

  • Almudena, ¿puedo quedarme en tu casa?
  • Eh..., sí, justo hoy sí, mis padres se han ido de viaje.
  • Bien, porque te necesito.
  • Vale, vale. Ven cuando quieras, te espero.
  • Muchísimas gracias, un beso, voy para allá.
Cuelga y cambia de número.
  • ¿Mamá?
  • ¿Sí, hija? ¿Dónde estás?
  • En casa de Almudena. ¿Puedo quedarme a dormir? Me da mucha pereza volver a casa tan tarde, y además mañana no hay clase...
  • No sé...
  • Por favor...
  • Está bien, pero mañana vuelve aquí para comer.
  • Gracias mami, un beso.
  • De nada hija. Pásatelo bien y no os acostéis muy tarde.
  • Vale, tranquila. Adiós.
  • Adiós, adiós.
Sonríe, contenta y orgullosa. Está mejorando.
Entra finalmente en el hospital y busca la habitación.
Está cruzando uno de los pasillos cuando se encuentra cara a cara con Blanca.
  • ¡Hola! - la saluda divertida África.
  • Ho-hola.
  • ¿Sabes dónde está el baño?
  • Sí, ven, iba justo para allá.
  • Gracias.
Ambas siguen andando y entran en el baño de mujeres.
Como no lleva un peine ni un cepillo, se peina mojándose el pelo con agua y desenredándolo con las manos.
Blanca la observa seria apoyada en la pared.
  • ¿Cómo esta tu abuelo?
  • Mejor.
  • Me alegro – dice sonriendo.
  • Sí.
África se gira hacia ella.
  • ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
  • ¿Por qué has venido aquí? - pregunta con brusquedad Blanca.
  • He venido a ver a un amigo.
  • ¿Qué le ha pasado?
  • Está... herido.
  • Viniste a ver a Adrián, ¿cierto?
  • Sí – dice finalmente.
  • ¿Es porque te dije que estaba bueno, has venido a zorrear?
  • Blanca, nunca me dijiste que estaba bueno. Y ya te he dicho que es un amigo.
  • Ya. Uno que está enamorado de ti.
  • ¿Lo sabes?
  • ¿Y tú, lo sabías y te daba igual?
  • No lo sabía hasta hoy – África empieza a enfadarse, aunque Blanca se relaja un poco.
  • Lo siento, es que estoy algo tensa – se disculpa antes de lavarse la cara – perdóname.
  • Ya veo, ya.
  • Es que como tienes a dos a la vez detrás de ti...
  • Pero sabes que yo no tengo la culpa. No es que lo haya provocado.
  • Sí, nunca has intentando atraer a nadie en particular con algún descote enorme, debería aprender de ti.
  • Todos se fijan en ti, no entiendo este repentino interés en mí.
  • Yo sí. Eres preciosa y adorable.
África sonríe y ríe.
  • No digas mentiras, pinocha.
  • Sí, mira que bien estás y ¡tus notas! Todo dieces, ¡eres superdotada!
La chica sonríe y Blanca se acerca a ella y le retoca el pelo, le da palmaditas en las mejillas para darles color y le sonríe.
  • Ve a ver a Adrián. Tengo entendido que lo está deseando.
África asiente y ambas salen del baño. Recorren el pasillo y Blanca deja pasar sola a África en la habitación.
Cinco chicos, uno de ellos que nunca ha visto, que tiene pinta de ser bastante afeminado y una chica totalmente perfecta clavan la vista en ella.
Luego lo hace Adrián, que primero parpadea varias veces lentamente y luego abre mucho los ojos.
La chica sonríe.
  • Ho-hola – dice con un hilillo de voz.



→ * ← Esto es por una chica muy especial, que es su cumpleaños hoy y que se merece un abrazo y aplauso enorme por ser simplemente ella, la mejor persona del mundo. Capaz de superar todo y de además alegrarnos el día a los demás con su sonrisa. A la que quiero más que a nada, la que enamora con su risa y que sabe sacar un chiste de cualquier cosa. Por tus ocurrencias y todos tus cualidades, que son muchas y gigantes, te queremos tanto todos tus amigos. No se te ocurra en ningún momento cambiar, ¡nunca!
De la África verdadera a la Maite verdadera.
Mira el link, no encontré nada mejor, es una tontería, te mereces el triple de más. :D


4 comentarios:

Unknown dijo...

Me encanta tu libro, Elena!! =) Eres la mejor, sigue así!!

Vas a ser la escritora más famosa del mundo, ya verás! ;)

Nos vemos! Un beso <3

Elena dijo...

Ay Maria del Mar, eres un cielo.
No sabes la sonrisa tan enorme que me has sacado. :'D
Pero no me seas tonta, tú eres muchísimo mejor y llegarás a más.
Un besazo <33

Unknown dijo...

Gracias ;P me encanta hacer que sonrías, la próxima vez, te haces una foto y me la mandas jajajaja XD
No me seas tonta tú, Elena, que ya te he dicho un monton de veces que tú también llegaras muy alto y escribes GENIAL, diría hasta k mejor que yo (si no fuera porque sé que me matarías, que si no sí te lo digo =PPP)
Un beso!!
TQM

Elena dijo...

Aich aich. Que mona. Te reamo princesa. Y no digas mentiras eh? Que sé dónde vives