Guille se levanta y sale de la sala de
espera. No soporta estar más tiempo ahí, la cabeza le va a
estallar.
No hace más de unas horas estaba
frente a una ambulancia, viendo como se dirigía a ese mismo hospital
una chica que quizá por su culpa tenía una contusión.
Se sacude el pelo con una mano,
intentando desalojar la enorme sensación de culpabilidad.
Necesita algo de agua y piensa en ir al
baño para beber, así que sube al piso de arriba, donde le había
parecido ver uno cuando llegaron para ver al amigo de Adrián.
Después de pasear por los largos e
impolutos pasillos sin encontrar el servicio piensa en volver a la
sala de espera con los demás, muy a su pesar. Pero cuando se gira,
la ve, delante de él, temblando ligeramente.
-¿Guille?
No recuerda su nombre. Se estruja la
cabeza intentando recordarlo mientras ella se acerca lentamente.
-¿No te acuerdas de mí? - le
pregunta ella decepcionada a la par que enfadada.
Guille intenta pensar más rápido.
Tiene unos segundos antes de que le grite que es un capullo delante
de medio hospital.
-Sí me acuerdo de ti. He venido a
verte, pero me he perdido buscando tu habitación – dice muy serio.
La expresión en la cara de la joven se
relaja. Sabe que intenta no sonreír, lo nota en el leve temblor de
sus labios y sus mejillas, y en como agacha la cabeza.
-Estoy bien, tuve una conmoción
cerebral muy leve. Me han aconsejado que me quede en el hospital,
pero tengo que trabajar así que volveré a casa y descansaré allí.
-Tienes que quedarte aquí... Verónica
– dice Guille aún serio, aunque en su interior se aplaude a sí
mismo por haber recordado su nombre -. Una conmoción es algo grave.
Verónica suspira y aprieta más contra
sí el bolso que tiene entre sus brazos.
-Estoy bien, no fue nada grave,
volveré a casa, le pediré a mi hermana que compre la medicación
que me ha recetado el médico por mí y me daré de baja una semana –
dice casi con exasperación.
-¿En qué trabajas?
-Soy la secretaria de un local.
-¿Qué local?
La joven lo mira entrecerrando sus
grandes ojos oscuros.
-¿Qué pretendes, Guille? - le
pregunta.
-Comprobar que de verdad estás bien.
-Estás preguntas ya me las ha hecho
el médico y ya te he dicho que estoy bien... - dice tratando de
calmar su desesperación por el curso que está tomando la
conversación – deja de preocuparte por mí.
Eso sorprende a Guille.
¿Por qué intenta comprobar que ella
está bien? Realmente no le preocupa demasiado, pero ayuda a hacer
más creíble la primera mentira que le dijo unos minutos antes.
-He venido para comprobar que estabas
bien – le repite.
-Pues ya sabes que estoy
perfectamente. Me voy a casa – dice secamente ella antes de darse
la vuelta.
El chico la observa alejarse.
Sabe que está bien, en cuanto vio cómo
hablaba lo ha notado. Se relaja. Puede notar la mandíbula
desapretándose lentamente.
Un problema menos.
Escucha que lo llaman desde un poco más
lejos.
Adrián se coloca delante de él.
Parece estar a punto de reventar.
-¿Quien era ella? - le pregunta con
un hilo de voz.
-Verónica.
-¿Una amiga o más que eso?
-Es demasiado mayor para mí.
Adrián lo observa unos segundos antes
de sentarse en un asiento cercano.
-¿Estás bien? - le pregunta Guille
sin mirarlo, aún absorto en sus pensamientos.
-Me va a estallar la cabeza y tengo
nauseas.
-Tienes una pinta horrible.
-Lo sé, cuando Esteban me vio se
asustó.
Guille sonríe de medio lado y se
sienta a su lado.
-¿Cómo está?
-Resulta que no había que preocuparse
tanto como lo ha hecho Elisa, la cocaína es expulsada del cuerpo
unas horas después de tenerla en el organismo.
-O sea que solo está con resaca.
-Tiene heridas superficiales y resaca,
sí. Se van a casa en unas horas, después de que el médico hable
con él.
-Entonces, ¿te llevamos de vuelta a
casa? Tú también necesitas descansar.
Adrián lo mira de reojo y se masajea
la sien.
-¿Tú estás bien, Guille?
-¿Yo? Claro, ¿por qué?
-Estás muy serio últimamente, y
estoy preocupado, solo eso.
Tiene la sensación de que Guille se
encoje en su silla, pero no dice nada. Cuando lo mira, este se ha
vuelto algo pálido.
Le pasa algo, está claro.
-No me pasa nada – dice rápidamente
el chico recuperando su color.
Mario aparece en ese momento.
-¡Guille! ¿Se puede saber que clase
de persona se va sin avisar?
-¿Que os hayáis dado cuenta quince
minutos después de que me fuera no lo explica lo suficiente?
El chico calla y lo mira seriamente.
Adrián los mira a ambos deseando que
no se peleen.
-¿Qué tal ha ido todo, Adrián? - le
pregunta Mario apartando la mirada de Guille con dejadez.
-Bien. El médico pensaba que yo era
otro enfermo. He tardado cinco minutos en explicarle que solo tengo
resaca y que el alcohol me sienta muy mal.
Mario sonríe y le aprieta el hombro
como señal de apoyo.
-Vamos, te llevaremos a casa. Leo está
ya preparando la furgoneta.
***
-Maite, ¿qué fue lo que
pasó ayer? - pregunta Hugo desde el baño mientras se viste.
Ella pone la mesa mientras
le contesta:
-Parece que un anciano del
piso de arriba tuvo un infarto.
-Pensé que era tu vecina,
la zorra de anoche.
-¡Yo también! Pero
finalmente... no fue eso. Estaba pensando ir a visitarla si le
hubiera pasado algo.
Hugo sale del baño y se
acerca a ella para ayudarla con la mesa.
-¿Qué has preparado?
Huele muy bien – dice con una sonrisa.
-Es pollo, mi especialidad
– le contesta ella - ¿no te había cocinado nada antes?
-No, nunca.
Punto negativo para ella.
Maite se muerde la lengua y
va a la cocina a por la bandeja con la comida.
-Oye, ¿qué tal está ese
chico que tenía tantos problemas? - le pregunta Hugo entrando en la
cocina.
-¿Adrián? Hace muchísimo
que no lo veo ni hablo con él - hace una pausa mientras piensa
–ahora que lo dices, lo llamaré esta tarde.
-¿Cómo? ¿No decías que
no tenía teléfono?
-Y no tiene que yo sepa.
Pero será una escusa para hablar con Elisa también. Además la
chica que le gustaba tiene el mío y quizá yo tenga el suyo.
Hugo asiente y se sientan a
la mesa.
-Seguro que está buenísimo
– dice él.
Maite le sonríe.
-... Pero me tengo que ir.
-¿¡Qué!?
-¡Lo siento! No sabía que
preparabas la comida para los dos.
-¿Adónde vas?
Hugo aprieta la mandíbula.
No tiene porqué decírselo, pero es importante que sepa que no son
pareja.
-Con mi novia, a comer a
casa de sus padres.
***
-¿María del Mar?
-¿Sí? - dice ella girándose hacia
Mario. Siente como la felicidad la inunda. Se siente muy cómoda a su
lado, le gusta esa sensación.
-Dime dónde vives para que podamos
llevarte – le dice sonriendo.
-Puedo volver yo sola andando o en
bus...
El chico la mira frunciendo el ceño.
-No, mejor te llevamos. Los fines de
semana no hay muchos autobuses.
Ella sonríe, realmente agradecida. De
pronto siente ganas de abrazarlo.
-Yo también voy a todos lados en
autobús, es bastante agotador tener que esperar media hora para que
llegue a una parada.
Ella asiente. Totalmente de acuerdo.
-Es desesperante.
-Pero es peor aún cuando, después de
esperar tanto tiempo el autobús viene tan lleno que el conductor se
niega a abrir las puertas para dejar subir a más gente.
-¡Me ha pasado mucho eso! - dice ella
riendo - ¿Alguna vez has tenido que esperar con alguien molesto al
lado?
-¡Sí! Una vez un hombre me entretuvo
hablando de coches durante al menos quince minutos y cuando llegó mi
autobús pensé que sería libre, pero ¡subió conmigo! Estuvo
hablando de coches todo el camino, fue insoportable.
La chica ríe con ganas. Mario le cae
muy bien.
-Oye, dame tu teléfono si no te
importa, y así si un día te pasa, finges que me llamas y te salvo
de las garras de algún pesado.
María del mar siente que flota de
repente, asiente sonriendo aunque por dentro se muera de vergüenza y
nervios.
4 comentarios:
oooooooooooooooooooooooooooooooooh que mono es Marioooooooooooooooooooo
¿¿que le pasara a Guille??
jjejejeej tu Mario...
AAAAAAH ADIVINAS
Se pueden agregar personajes a la historia? *^* OPD Agrega a Hillary y Duan andaaaa <3333
hoola hola soy un pequeño desconocido que se acaba de sumar a leer tu historia ... tengo que decir que me encanta y quiero seguir leyendo !!! enserio esto es lo ultimo???
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